viernes, 6 de mayo de 2011

De adultos, niños y otras zarandajas (Javo Rodríguez)

La literatura lo tiene claro, en prensa o revistas especializadas las informaciones, reseñas o críticas distinguen entre libros (para adultos) y libros para niños (infantil) o jóvenes (juvenil). No sucede lo mismo con el cómic.
De todos es sabido que los cómics, los tebeos, han sido considerados tradicionalmente un medio dirigido al lector infantil y juvenil. A esto se unen varios factores que caracterizan a los lectores de cómics y los diferencian de (casi) todos los lectores de literatura.

En primer lugar el lector de cómics ha sido desde hace mucho más un seguidor de personajes que de autores, algo que esta cambiando pero que todavía sigue funcionando. Este seguimiento provoca que se hable de muchos personajes sin entender a quién van dirigidos. No es posible hablar de un Batman monolítico, aunque sea el mismo personaje, no es lo mismo el Batman inicial que se dirigía a un publico infantil que el Batman de los 60 dirigido al público juvenil, ni mucho menos comparar a cualquiera de los dos anteriores con la pesadillade Batmanen Arkham Asylum. Es Batman, siempre Batman, pero Bob Kane, Carmine Infantino o Grant Morrison, son tres autores completamente distintos, y son los que definen el público al que debería dirigirse la historieta.

En segundo termino el cómic, sobre todo en España está profundamente lastrado por la nostalgia y, de nuevo, por ser considerado un lenguaje infantil, lo que provoca que muchos lectores que abandonaron la lectura de historietas al hacerse adultos señalen entre sus historietistas o personajes favoritos a autores o protagonistas que no se corresponden en absoluto con su edad. Muchas librerías colaboran en esta ceremonia de la confusión colocando, sin ningún tipo de selección ni aviso, historietas que se dirigen a un público completamente diferente en lo que se refiere a su fecha de nacimiento.

En el fondo esto no es más que repetir la idea de que el cómic, la historieta, es un género en lugar de un medio de expresión que se dirige a lectores diferenciados, no sólo por sus intereses sino también por sus edades.
Cierto es que el cómic, como la literatura, posee una serie de títulos que pueden interesar a cualquier edad. Pero Stevenson -en los libros- o Claremont -en la historieta- son excepciones que confirman la regla.
Esta laxitud respecto a nuestro medio es una más de esa ceremonia de la confusión que, como ha señalado Iván en su post sobre Fotogramas y se puede ver en nuestra página de Facebook, es alimentada por la mayoría de la prensa. Por razones que no vienen al caso estoy revisando la serie de documentales Los años del NO-DO y los errores de las informaciones que se refieren a los tebeos son habitualmente erróneas.
No quiero acabar sin entonar un mea culpa, en Kioscopedia también cometemos errores pero puedo asegurar que no son por laxitud respecto al medio, sino por nuestra propia incapacidad, lo lamentamos y ofrecemos, siempre, la posibilidad de rectificación.